Jesús María es un verdadero polvorín político a raíz de un conflicto que se generó en el Concejo Deliberante, cuando la discusión por el tema se salió de control. Más de una semana de paro de municipales y el diálogo empantanado llevaron al intendente a firmar un decreto para que los obreros volvieran a sus puestos. Los concejales tuvieron que sesionar a puertas cerradas para llegar a un acuerdo que terminó siendo adverso para el oficialismo, que inéditamente gobierna en minoría.
Este jueves por la noche, el Concejo Deliberante de Jesús María finalmente aprobó el acta acuerdo que firmaron el Ejecutivo y el Sindicato de Municipales de la ciudad, por el aporte solidario.
Se trata de un descuento del 1% del sueldo bruto a los empleados, que termina en las arcas del gremio para distintas acciones sociales que se realizan desde la entidad.
Durante dos semanas consecutivas, los municipales se manifestaron en las puertas del recinto del Concejo, donde se estaba discutiendo la cuestión. En la segunda oportunidad, los ediles opositores directamente no concurrieron, argumentando que no estaban dadas las condiciones de seguridad para hacerlo.
Afuera, una fogata encendida en el ingreso a la sala, ubicada en calle Aníbal Viale, era toda una postal del tenso momento que se estaba viviendo.
Desde la presidencia del Concejo, y a pedido de la oposición, se convocó a una sesión a puertas cerradas que tuvo lugar este jueves, donde finalmente se llegó a una definición, aunque con dos cambios cruciales al acta original.
Si bien se aprobó el aporte solidario, sólo se autorizó que el sindicato lo perciba entre los meses de diciembre de 2025 y marzo de 2026. Además, se estableció que los empleados “no afiliados” puedan optar por no hacer el aporte, algo que era rechazado por el gremio desde el principio. Ellos consideran que, cuando se llevan adelante reclamos y luchas salariales, todos reciben los beneficios.
Salvando las papas
Pocas horas antes, el intendente Federico Zárate tuvo que intervenir para lograr la paz social y firmó un decreto autorizando el cobro del aporte solidario durante el mes de octubre, con lo cual los trabajadores volvieron a sus actividades.
Durante una semana, la ciudad estuvo virtualmente sin los servicios básicos, y en otros casos con un fuerte resentimiento: caños rotos, basura que no se recolectaba y otros inconvenientes propios de un período tan extenso de huelga.
Zárate trató de no involucrarse de manera directa, porque era un tema propio del Concejo, pero no le quedó otro camino para evitar que la situación se desmadre.
Aún resta saber si el mandatario promulgará o vetará lo aprobado en el Legislativo, ya que el texto final dista del proyecto original.
Mientras se realizaba la sesión a puertas cerradas, los municipales se manifestaron en las afueras del edificio central del municipio.
Lo que todos dicen por lo bajo
En medio del conflicto que se generó por el aporte solidario, afloraron las severas diferencias que sostienen el oficialismo y la oposición, donde la configuración de fuerzas no es favorable al intendente Federico Zárate, que tuvo que gobernar, desde el principio, en minoría.
Pero lo que más indigna al oficialismo es el hecho de que los dos concejales del bloque PRO, Mariel Penna y Carlos Marcuzzi, acompañaron la lista del intendente, pero cuando asumieron formaron un bloque diferenciado.
Por su parte, la bancada del Justicialismo ejerce mucha presión sobre el resto de los ediles, ya que en la práctica funcionan como una especie de comando alterno del Concejo. Tienen mayoría automática y pueden tomar la iniciativa sobre diversos temas, que pueden no ir en consonancia con el rumbo que pretende el intendente.
Es una especie de guerra fría donde se evitan casi todos los enfrentamientos, pero cada uno está del lado opuesto en la trinchera.
A Zárate le quedan dos años de gobierno y tendrá que lidiar con un Concejo Deliberante que no le es afín, como históricamente ocurrió con los demás intendentes de la ciudad.
30-10-25
