Logró vencer su diagnóstico de cáncer de mama, gracias a la autoexploración y la constancia de los controles. Su historia es un llamado a miles de mujeres a no postergar la prevención, demostrando que la detección temprana es el arma más eficaz contra la enfermedad. Conoce su historia.
Vilma González Conrado, es una vecina de Jesús María que decidió compartir su experiencia más íntima: la lucha contra el cáncer de mama. A través de su testimonio, busca transformar la información personal en una herramienta de concientización y alerta para otras mujeres.
“La verdad es que uno cree que nunca nos va a tocar a nosotros, hasta que nos llega”, manifestó Vilma, poniendo voz a miles de personas que se enfrentan a un diagnóstico similar.
Vilma contó que comenzó con sus controles anuales, incluyendo la mamografía, a partir de los 40 años, tal como recomiendan los especialistas. Fue durante una autoexploración que notó algo diferente, un bulto en la zona interna de una de sus mamas. Los estudios iniciales (como ecografías y mamografías) lo mostraban “difuso”, pero su propia intuición y preocupación la impulsaron a actuar rápidamente.
A pesar de que el plazo médico para el control era de seis meses, Vilma volvió a la consulta a los cuatro meses al notar que la molestia persistía. Esta decisión, tomada por su propia cuenta, resultó fundamental, dado que tiempo más tarde, la biopsia era positiva.
“Uno va conociendo el tema en el proceso, es un mundo nuevo. Aprende cosas que nunca vio”, comentó sobre lo que implica atravesar un tratamiento oncológico.
Tras identificar el tipo específico de cáncer, hace aproximadamente un mes, Vilma fue sometida a la cirugía para la extraer el tumor. Actualmente, se encuentra en la etapa de rehabilitación, que incluye drenajes, masajes, ultrasonido y revisiones de radioterapia.
Vilma es insistió al señalar que la detección temprana es fundamental. Gracias a su diagnóstico prematuro y posterior tratamiento, pudo retomar su vida:
“Volví a trabajar y prácticamente estoy haciendo mi vida normal, con atenciones determinadas”, relata.
Pero, reconoce la carga emocional de la enfermedad: “Si bien me siento muy bien, la palabra cáncer es bastante chocante. Creo que nos pesa más la palabra que lo que uno tiene que hacer en el tratamiento”, confiesa. Por ello, destaca la necesidad de un sostén integral: el acompañamiento familiar, las terapias alternativas o el apoyo psicológico fueron esenciales.
Vilma indicó que es importante aceptar el proceso, buscar la ayuda necesaria sin temor y no dejar que el miedo no deje sanar:
“El 50% de que el tratamiento funcione es que uno se quiera sanar y esté bien”, concluye Vilma .