La investigación, publicada en Nature, demuestra que este componente genético persistió por más de ocho milenios y aún se encuentra en la población actual. En el trabajo colaboraron especialistas de Harvard y un equipo argentino.

Se trata de un estudio liderado por el bioantropólogo Rodrigo Nores, que determinó la existencia de un linaje genético propio del centro del país, hasta ahora desconocido.
La investigación comenzó en 2017, como parte de un convenio entre la UNC, a través del Instituto de Antropología de Córdoba, y la National Geographic Society. También participó la Universidad de Harvard, que aportó el equipamiento y los recursos necesarios para llevar adelante el estudio.
Los resultados fueron sorprendentes y se publicaron recientemente en la prestigiosa revista científica Nature, lo que constituye un gran aporte al campo de la paleogenómica y a la historia evolutiva de las poblaciones humanas.
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El propio Nores, quien lideró el trabajo, explicó que se tomaron muestras de ADN de 310 individuos y se realizaron lecturas de miles de marcadores genéticos dentro del genoma. De esta manera, se logró detectar un rasgo genético propio del centro-norte del país que persiste hasta la actualidad, lo que no solo lo hace único, sino que también lo diferencia de los encontrados en los pueblos andinos (Bolivia, Perú, Ecuador), amazónicos (Brasil) y patagónicos (cono sur).
Lo más llamativo es que los restos más antiguos analizados corresponden a un individuo hallado en Jesús María, que data de hace 8.500 años. En otras palabras, este gen distintivo tiene su origen en la ciudad de la doma y el folklore.
El científico explicó que cada región tiene características genéticas propias, debido a que, al estar aisladas y sin contacto con otros pueblos, a lo largo de los milenios se produjeron cambios y mutaciones en las estructuras del ADN.



Esto implica que el gen descubierto por el grupo de científicos argentinos permanece presente hasta nuestros días en buena parte del centro del país.
A través de su página oficial, el Conicet informó que este linaje genético se mestizó con otras ancestrías preexistentes en regiones circundantes. Sin embargo, la investigación demuestra que no existieron reemplazos poblacionales: es decir, la población del centro y norte de la Argentina no desapareció ni fue desplazada, sino que evolucionó localmente y adquirió nuevas mutaciones y características propias.
Muestras y métodos de análisis
El trabajo liderado por Nores comenzó en 2017 con una muestra conformada por 29 dientes recuperados en sitios arqueológicos de la provincia de Córdoba.
Desde entonces y hasta 2024, el estudio se amplió gracias al trabajo colaborativo con distintos equipos de investigación del Conicet y universidades nacionales. En total, participaron más de 30 arqueólogos de más de 20 centros de investigación del país, quienes aportaron muestras provenientes de décadas de labor científica.
En conjunto, se recolectaron 344 muestras de 310 individuos provenientes de 133 sitios arqueológicos ubicados en el noroeste, noreste, este y centro de la Argentina.
El “Adán” de Jesús María
La investigación tuvo gran repercusión en Jesús María, ya que los restos del individuo más antiguo —donde se encontró este gen característico del centro del país— fueron hallados en esa localidad.
El material pertenece a la Colección Del Prato, integrada por más de 450 objetos arqueológicos encontrados en la región.
Jorge Del Prato fue un arqueólogo amateur, sin formación académica, pero que entre 1954 y 1980 realizó un trabajo de enorme valor científico, recuperando objetos y restos humanos que hoy están bajo el resguardo del Museo de la Ciudad Luis Biondi.
El municipio proyecta exhibir estas piezas, que adquieren un valor cultural enorme para conocer la historia más antigua de la localidad.
Muchos vecinos, con humor y orgullo, ya bautizaron a aquel individuo como “el Adán de Jesús María”, en referencia a su antigüedad y a la singularidad del hallazgo.


