Todavía recuerda el día en que tomó un colectivo y se presentó a pedir trabajo en el IPEM 112 de Sebastián Elcano. Esas casi tres décadas de trayectoria hoy se reflejan en un festival de cortos que convoca a casi 70 escuelas.

“No creo en los personalismos”, repite una y otra vez, antes, durante y después de la entrevista solicitada por NJM. Álvaro Monge es así: histriónico y comprometido con cada uno de sus proyectos, que nunca se atribuye en soledad, sino que siempre destaca como fruto del trabajo en equipo.
Nació en Jesús María y se recibió de periodista en la Facultad de Periodismo Obispo Trejo y Sanabria, para luego desempeñarse como cronista en distintos medios locales.
Pero esta historia comienza en 1997, cuando su hermana Viviana le alcanzó un folleto que le cambiaría la vida para siempre. Una escuela de Sebastián Elcano, localidad que en ese momento no superaba los 2 mil habitantes, buscaba un docente para dar clases de comunicación.
“Soy muy creyente, creo que hay una fuerza que te lleva a algunos lugares”, contó al recordar la anécdota.
Tomó el papel, subió a un colectivo y llegó al IPEM 112 Dr. César Iñiguez Montenegro con su currículum bajo el brazo. “Fue la base fundamental de todo lo que vengo haciendo”, aseveró.
Al poco tiempo ya estaba trabajando como docente y, un año después, salía la primera revista escolar del pueblo, editada por los alumnos y vigente hasta hoy.
“Pasaron 28 años y muchos padres que participaron de esos proyectos ahora ven a sus hijos continuarlos”, dice con los ojos vidriosos.
Luego armaron la radio escolar y en 2004 llegó el primer cortometraje con la participación de los estudiantes, muchos de los cuales nunca habían visto una filmadora. Se llamó “Garras, una leyenda campo ajuera” y obtuvo importantes reconocimientos.
“Ese corto abrió las puertas para todo lo que vino después”, subrayó. De hecho, los chicos participaron del ciclo “Había una vez un Club” en Canal Encuentro, dirigido por Juan José Campanella.
Álvaro se emociona al hablar de la comunidad de Sebastián Elcano, que desde el primer momento lo abrazó y lo acompañó en cada iniciativa.
Hacer cortometrajes también fue el hallazgo de una herramienta pedagógica atractiva para los jóvenes, que empezaron a interesarse por diversos temas transversales, muchas veces difíciles de abordar en el aula de manera tradicional.
Experiencia multiplicada en Jesús María
En 2005 Monge comenzó a trabajar como profesor de Comunicación en el IPEM 294 de Jesús María, donde impulsó la creación de la radio escolar “Savia Nueva”. Allí también replicó la experiencia de los cortos anuales, muchos de ellos atravesados por las historias personales de la comunidad educativa.
Temáticas como el bullying, el embarazo adolescente, el VIH, la violencia y hasta el género de terror formaron parte de esas producciones.

En 2022, en una charla casual con un ex combatiente de la Guerra de Malvinas, surgió la idea de hacer un documental que demandó muchísimos meses de trabajo y generó más de 90 horas de grabación en bruto.
El complejo de Cines Molise, de la familia Mariano, puso a disposición sus salas en Jesús María para que se estrene en pantalla grande. Así se proyectó por primera vez “A 40 del 82”, con entrevistas y testimonios de quienes pasaron por el conflicto del Atlántico Sur.
Muchos estudiantes ni siquiera estaban familiarizados con este capítulo tan profundo de la historia argentina, por lo que para ellos fue un antes y un después.
Nace un festival de cortos
Aunque parecía difícil superar aquel impacto, Álvaro volvió a sorprender y presentó el proyecto del “Festival de Cortos Escolares Clack”, que ya va por su tercera edición. Este año participan 66 escuelas y se esperan más de 2 mil personas durante las tres jornadas del encuentro.
Allí trabajan de manera coordinada una comisión de profesores y otra de alumnos, encargados de organizar los detalles del evento, que días atrás fue presentado en el Teatro de la Universidad Provincial de Córdoba.
Si bien la propuesta despertó gran interés en toda la provincia, se dio prioridad a los colegios del norte cordobés, revalorizando lo que se hace en el “interior del interior”.
A cuatro años de jubilarse, “el profe Álvaro”, como todos lo conocen, ya está formando a los docentes que continuarán su camino, mientras la nostalgia lo atraviesa.
Agradeció a su esposa, María Inés, y a sus hijas, Lucía y María Paz, quienes lo acompañan en cada uno de sus proyectos.